Monday, October 24, 2005

Lecciones desde dentro



A pesar de un cerco que pretende echar por tierra su estrategia médica, Cuba se empeña en abrir brechas al bloqueo, para mejorar la calidad de las personas aquejadas de cáncer

Marieta Cabrera/Fotos: Agustín Borrego

Cuando se traspasa la puerta que conduce a la sala, una tiene la sensación de formar parte de esa suerte de alianza secreta existente allí para ahuyentar la tristeza. Nadie se resiste, tampoco Camila. El cuerpo menudo se ajusta al limitado espacio de la silla de ruedas, pero los ojos no; los hermosos ojos de la niña escapan a todas partes, aunque a veces se esconden con picardía, si descubren que alguien los mira, o se pierden de tanta risa cuando Paul, el enfermero, la cubre de besos.
En la sala de pediatría del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología (INOR) otros niños y adolescentes enfrentan también los sufrimientos de una enfermedad que pone frenos a sus naturales ilusiones y los obliga a aplazar proyectos. Con sus 18 años, Jonier Parra lo sabe muy bien. Poco tiempo después de graduarse de técnico de nivel medio, un insistente dolor en el pecho le anunció que algo andaba mal.
La detección de un linfoma en el tórax exigió la asistencia inmediata en este servicio.
Lejos estaba yo de imaginar que se trataba de un paciente. Alto y robusto, el muchacho irrumpió en la oficina del doctor Renó y algún chiste debió decirle al “abuelo” —así llama al médico— que provocó en este una sonrisa de aprobación. Un rato después, el risueño jovencito admitiría que la “broma” ahora se la hacían a él, cuando dos enfermeros —ubicados a ambos lados de la cama— se preparaban para administrarle un medicamento que debido a la elevada dosis requería de dos pinchazos, de manera simultánea.
“El tratamiento es difícil. Los sueros dan reacciones muy fuertes, pero son efectivos. Yo converso mucho con los médicos sobre mi enfermedad, tengo confianza en ellos y sé que me voy a curar. El doctor Renó siempre insiste en que el éxito depende en gran medida de mi estado de ánimo y de mi capacidad para sobreponerme a cualquier inconveniente”, comenta el joven.
Con esa madurez que pareció apurar su paso ante las circunstancias impuestas por el propio padecimiento, Jonier recuerda que al principio, mientras recibía atención de forma ambulatoria, los médicos le recomendaron que no frecuentara la sala donde estaban los otros enfermos con la intención de evitarle algún daño psicológico, pero él optó por hacer lo contrario.
“Cada vez que venía pedía permiso para ver a los niños y compartir un rato juntos. Ahora somos amigos y esa relación nos ayuda grandemente. Siento mucho cariño por los más chiquitos, hablo con ellos y les digo que no se preocupen, que todo va a salir bien.”

INCERTIDUMBRES... Y CERTEZAS

Aunque María Adela La O, madre de Jonier, asegura que a su hijo no le han faltado los medicamentos, no descarta que en algún momento pudiera existir una irregularidad en el suministro, pues “sabemos lo costosos que son y las dificultades que con frecuencia enfrenta el país para adquirirlos”.
Ciertamente, ni en la cruzada contra el cáncer —que en los niños suele tener éxito porque reaccionan favorablemente al tratamiento—, los galenos cubanos se ven libres de un cerco que pretende echar por tierra o, al menos, restar eficacia a la mejor perfilada de las estrategias médicas.
Con tales sobresaltos convive el doctor Jesús de los Santos Renó Céspedes, jefe del servicio de pediatría del INOR, quien muchas veces tiene que asumir la angustiosa encomienda de explicarle a una madre que el diagnóstico, la operación o el tratamiento de su hijo se dilata o no es todo lo efectivo que pudiera ser por no disponer del equipo o del medicamento indicado en el momento preciso, debido a las restricciones que impone el bloqueo de Estados Unidos contra la Isla.
Ejemplos no escasean. Tan carente de sentido común se torna esa política, que impide incluso la adquisición de las endoprótesis extensoras para los niños con tumores óseos que, luego de completar tratamientos quimioterapéuticos de primera línea y dada la buena respuesta que muestran, se les puede practicar una cirugía conservadora.
Ante tales barreras que impiden la rápida y más efectiva recuperación de seres humanos con este tipo de afección, los profesionales cubanos siguen empeñados en abrir brechas: aunque de manera muy incipiente aún. Según destaca el doctor Renó, especialistas del INOR han comenzado a practicar hemipelvectomías conservadoras en algunos pacientes adultos con tumores malignos en los huesos de la pelvis, lo cual constituye un avance tecnológico importante en este campo.
Alienta, además, la fabricación en el país de algunos medicamentos esenciales que, aunque se encuentran igualmente en fase de ensayo clínico, ofrecen una esperanza para el tratamiento de estos enfermos, en opinión del especialista. Se refiere, por ejemplo, a la Eritropoyetina (producto que aumenta los niveles de hemoglobina), al Leucocim (factor estimulante del crecimiento de glóbulos blancos, el cual se emplea en el niño con aplasia medular, uno de los cuadros clínicos más temidos como consecuencia de los citotóxicos), y a la producción y comercialización de los citostáticos cubanos.
Para el oncólogo, “la inclusión de pacientes (adultos en este caso) en las investigaciones que se realizan con las nuevas drogas cubanas —moléculas biológicas que sólo producen países con elevado desarrollo tecnológico— ofrece una idea de cuánto avanzamos a partir del talento, la creatividad y la colaboración de nuestras instituciones científicas”.
Cuando la humanidad toda pone sus esperanzas en la ciencia para una cura definitiva del cáncer, Cuba demuestra su potencial en la búsqueda de alternativas que mejoren la calidad de vida de estos pacientes, a la vez que exige poner fin a la insensatez que obstaculiza tan nobles empeños. También lo demandan con urgencia, desde una clínica habanera, Zenia, una jovencita de 14 años, que pronto estará de regreso en su natal provincia de Granma; Camila, quien se recupera de una reciente cirugía, y Jonier con esa alegría que nada ha podido arrebatarle.

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